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PUENTE DE BIZKAIA 

DESCRIPCIÓN

El puente Bizkaia constituye una sobresaliente realización de la arquitectura del hierro de finales del siglo XIX, de relevancia mundial por ser la primera en su género.

El proyecto fue realizado entre 1890 y 1893 por el arquitecto Alberto de Palacio, quien contó con la ayuda decisiva de un contratista de obras de puentes de origen francés, Fernando Arnodin.

La construcción del Puente fue el desafío de Palacio por resolver la acuciante necesidad de comunicar las localidades de Portugalete y Getxo con un transporte moderno que sustituyese al tradicional pasaje en barca. Esta urgencia se explica por la consolidación de Getxo como núcleo residencial y de veraneo para la burguesía bilbaína.

El reto no era fácil por tres razones: la distancia a salvar equivalente a 160 metros, la ubicación en la desembocadura de una ría azotada por fuertes temporales y corrientes, y la intensidad del tráfico marítimo en la zona. La solución que planteó Palacio, tras ensayar diversas fórmulas fracasadas (plataforma movible, etc.), fue la construcción de un puente colgante-transbordador que permitía salvar la distancia entre las dos orillas sin dificultar la navegación.

Simplificando mucho, el puente está integrado por cuatro pilares metálicos de 62 metros (dos a cada lado de la Ría) que sostenían un tablero de 8’2 metros de ancho a 45’1 metros de altura. Esta estructura estaba anclada a dos fiadores principales y cuatro laterales. Sobre el tablero, al que sujetaban dos vías férreas, se desplazaba la barquilla suspendida de bastidor movible por una serie de dieciocho cables oblicuos combinados de tal forma que hacían imposible las oscilaciones.

Este puente tuvo que ser reconstruido tras la Guerra Civil al ser dinamitado el tablero. El ingeniero Aracil, responsable de la reconstrucción, reformó la pieza de sustentación para aumentar la capacidad de transporte. El movimiento se produce por tracción eléctrica, aunque al principio se realizaba con una máquina de vapor.

En la bibliografía reciente (Marrey, Santana) se ha debatido intensamente si la autoría del Puente Bizkaia es de Alberto Palacio o de Fernando Arnodin ya que ambos presentaron, a la vez, un

proyecto similar en los registros de Madrid y París. Esa atribución no es tan problemática si se tiene en cuenta el contexto de la ciencia en la segunda mitad del siglo XIX, en que los avances técnicos eran fruto del esfuerzo colectivo de muchas iniciativas individuales. El proyecto de Palacio no partía de cero sino que asumía todas las experiencias de puentes transbordadores habidas en la época, por ello el arquitecto no dudó en compartir la autoría con Arnodin para integrar su saber en la construcción de puentes colgantes.

Asimismo hay que tener presente que lo interesante de esta propuesta no fue el proyecto en sí mismo sino su realización. El puente Bizkaia fue una obra pionera que planteó retos desconocidos en los que el impulso creador de Palacio fue decisivo, no tanto el de Arnodin porque, como contratista, estaba condicionado por la defensa de sus intereses económicos.

IMPORTANCIA. ¿POR QUÉ ES UNA ZONA PROTEGIDA?

El Puente Bizkaia es una de las construcciones más sobresalientes de la Revolución Industrial europea y de la arquitectura del hierro. Su monumental estructura de celosía metálica y cables de acero representa uno de los mayores éxitos de la ingeniería de fines del siglo XIX y una innovación genial en los medios de transporte conocidos.

El Puente Bizkaia sintetiza los nuevos avances tecnológicos de la arquitectura del hierro y el ferrocarril de su tiempo para crear una invención original, bella, armoniosa y capaz de solucionar las necesidades del transporte de viajeros adaptándose a un emplazamiento de orografía difícil y con complejos problemas de tráfico naval.

Este puente, armado en 1893, siendo totalmente representativo de unos materiales, una técnica y estética singulares del pasado, se ha mantenido siempre en un estado de conservación tan correcto que nunca ha dejado de funcionar y aún sigue cumpliendo con extraordinaria eficiencia su objetivo inicial. Su excepcional valor universal se deriva, además, de ser el primer puente colgante transbordador construido en el mundo y haber servido como modelo directo o fuente de inspiración para otros muchos puentes de características similares en África, Europa y las Américas, siendo todavía el mejor conservado de todos ellos. Es un medio de transporte pionero en su concepción y de larga vida útil que ha mantenido toda su eficiencia hasta la actualidad.

El Puente Bizkaia representa además el punto culminante de la larga tradición cultural vinculada a la elaboración y uso del hierro vizcaíno, un metal intensamente explotado desde la época romana y que a lo largo de la historia supuso una contribución notable al crecimiento de todos los países de la fachada atlántica europea y jugó un papel esencial en el desarrollo de la agricultura, la minería y la industria de la América colonial española.

El Puente se encuentra situado junto a uno de los yacimientos históricos de hierro más importantes de Europa, del cual se han extraído más de 50 millones de metros cúbicos de mineral y que, en la época de construcción del Puente, se hallaba en la cima de su máximo rendimiento. Desde el siglo XIII el hierro de estas minas se exportaba abundantemente a los mercados de Francia, Inglaterra y los Países Bajos y, en el siglo XVI, más de 300 ferrerías hidráulicas del País Vasco distribuían sus productos metalicos sin apenas competencia no sólo en España y los mercados europeos, sino en todas las nuevas colonias hispanas del continente americano.

Hasta fines del siglo XVIII toda América fue colonizada con hachas, arados y picos forjados con el hierro vasco, ya que en las posesiones españolas de ultramar estaba prohibido construir ferrerías de fundición. A mediados del siglo XIX las nuevas técnicas de producción e intercambios de la Revolución Industrial hicieron que la exportación y transformación del mineral de hierro se convirtieran en el principal motor del desarrollo de la economía vasca, y en la desembocadura del río Ibaizabal surgió un extraordinario paisaje industrial de plantas siderúrgicas, astilleros navales, ferrocarriles, minas y muelles portuarios, entre los cuales, el Puente Bizkaia destacó desde el momento de su nacimiento como su principal símbolo y el más ambicioso representante de la renovada cultura del hierro.

Al margen de su simbolismo y representatividad histórica, sus características constructivas, sus magnitudes y sus proporciones le convierten en una imagen de referencia bella y singular en toda la región. Además, su fuerza estética y su importancia como infraestructura de transporte, le han permitido influir de forma notable en la configuración de todo el entorno urbano que lo rodea.

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